Basta con salir de la rutina de ese agujero negro que te atrapaba, que no te dejaba respirar, que a cada paso que dabas te ponía la zancadilla y no te dejaba ver más allá de a tres metros.
Y entonces pasa, le plantas cara a todos tus miedos, a todos tus temores, decides abandonar esa rutina que tan mal te hacía para emprender un nuevo camino, y ahí aparece ella, te recuerda que la vida merece vivirla a cada segundo, te hace sentir esa ilusión que hacia tiempo que no recorría por tus venas, te abraza con tanta fuerza que te vuelves a llenar por dentro, y te das cuenta que la felicidad la tenías más cerca de lo que pensabas, solo que esa rutina no te dejaba verla, ni sentirla, y ahí está la tienes, llevas varios meses feliz y a día de hoy descubres que solo hacía falta echarle un par de huevos y negarte, aprender a dejar atrás aquello que te acompañaba hace tiempo y que te dolía tanto, hoy sentirte libre salir al balcón y gritar bien fuerte SOY FELIZ.
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